¡Feliz Navidad! Que seamos capaces de decir Amén, como María a la venida del Señor.
«También para nosotros proclamaron los cielos la gloria de Dios» (Sermón 202, 4), afirma delicioso san Agustín, que no se olvida del exhorto a una sencilla y pragmática Navidad: «Su madre –dice- lo llevó en el seno; llevémosle nosotros en el corazón; la virgen quedó grávida por la encarnación de Cristo; queden grávidos nuestros pechos por la fe en Cristo; ella alumbró al salvador; alumbremos nosotros alabanzas. No seamos estériles, sean nuestras almas fecundas para Dios» (Sermón 189, 3).
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